
Durante este encuentro, las y los participantes exploraron el bordado como herramienta de expresión colectiva y resistencia simbólica. Cada puntada fue un acto de afirmación territorial, donde el arte textil se convirtió en una manera de habitar y resignificar el espacio público desde lo sensible, lo político y lo comunitario.
A través de piezas textiles cargadas de relatos, afectos e imaginarios, tejimos nuevas formas de decir, recordar y permanecer.
Este último happening cerró el ciclo con una potente muestra de cómo los hilos pueden unir memorias dispersas y convertirlas en una trama común de apropiación cultural.